Ya pasó una semana y aún siento que en cualquier momento puedo salir por la José Miguel de la Barra, saludar en el café de la esquina y bajar al metro de Santiago.
Soy mi peor publicista, pero hay cosas que no debe dar vergüenza decirlas; después del Lollapalooza me he vuelto una persona aburrida en extremo, y es que desde entonces en todo lo que pienso y lo que quiero pensar es en Chile.
Hate the pictures, love the memories:

Voy pegado para el próximo año.
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